Avistamiento de delfines en el Estrecho, una actividad para toda la familia
Una de las cosas más increíbles que una persona puede presenciar es observar animales salvajes en su medio natural. Si vamos con niños, el asombro y la ilusión serán mayores, ya que a los peques les encantan los delfines.
En este caso, nos desplazamos a Tarifa para hacer una actividad ideal para hacer con niños: navegar en medio de las aguas del Estrecho de Gibraltar para avistar delfines y ballenas.
Índice de temas
Una actividad para toda la familia que respeta a los animales
Nos ponemos en contacto con la empresa Turmares, con sede en Tarifa, que cuenta con dos embarcaciones especiales para hacer avistamientos de cetáceos. Dependiendo de la época en la que nos encontremos, podremos ver varias especies de delfines, ballenas e incluso orcas.
Reservamos nuestro pasaje con tiempo, las previsiones para el día que vamos a embarcar son buenas, y afortunadamente se cumplen. La mañana amanece con el mar en calma. Nos dirigimos a la oficina de Turmares, cerca del puerto, 30 minutos antes de la hora de la salida y nos dan la tarjeta de embarque.
Recomendamos llevar algo de ropa de abrigo porque en el mar puede hacer fresco, aunque estemos en verano. También es importante llevar calzado cerrado, ropa cómoda, agua y algo para picar. La experiencia dura unas dos horas o dos horas y media. Durante ese tiempo podemos movernos libremente por el barco para ver los animales. En el caso de los delfines suelen situarse en ambos lados del barco.
Subimos al barco y tomamos asiento. Nuestra guía Candela nos presenta al resto de la tripulación y nos informa de cómo será la travesía y qué especies podemos ver en esta época del año. Estamos a finales de septiembre y las orcas ya se han marchado a aguas más frías hacia el Norte. Sí que veremos muy probablemente varias especies de delfines, y con suerte algún cachalote y rorcual común.
Tenemos una media hora de trayecto para llegar a la zona de avistamiento. Aprovechamos para hacer algunas fotos y videos del barco navegando y maravillarnos con las vistas de Tarifa y de la costa de Marruecos frente a nosotros.
Muy pronto, el barco reduce la velocidad y la guía nos avisa de la presencia de un gran grupo de delfines comunes y listados. Rápidamente nos asomamos a las ventanas y vemos muchísimos individuos, saltando y acercándose incluso al barco.
Por lo que se ve, es bastante común encontrar manadas mixtas de delfines comunes y listados, cuyo grupo puede llegar a contar con cientos e incluso miles individuos. Nadan muy cerca de la superficie, saliendo con frecuencia a respirar, y de vez en cuando saltan, saliendo completamente del agua a varios metros sobre la superficie.
Después de acompañar a la manada durante un buen rato, a ambos lados del barco, ponemos rumbo a otra zona para intentar avistar otras especies. Y pronto encontramos a un grupo de delfines mulares nadando muy rápido. De nuevo, reducimos la velocidad, y ¡ahí están, varios ejemplares de delfines a nuestro lado!
Los mulares son los delfines que normalmente podemos encontrar en los delfinarios y acuarios de todo el mundo, pero verlos navegando libres nos emociona y nos hace pensar en lo difícil que debe ser para estos animales tan potentes estar encerrados en pocos metros cuadrados, en comparación con el vasto océano.
En comparación con los delfines comunes y listados, los delfines mulares son más grandes y más pesados. Pueden llegar a medir hasta 3,8 metros y pesar hasta 650 kg.
Nuestra guía nos habla de un ejemplar en concreto que tienen identificada por las manchas que presenta en su aleta, muy características. Se trata de una hembra a la que llaman Rosita y a la que han visto con crías durante varias temporadas. Ella navega muy cerca del barco junto con otros ejemplares a los que acompañamos durante un buen rato.
La siguiente especie que observamos es el calderón o ballena piloto, que a pesar de llamarse “ballena” no se trata de una de ellas, sino que es un cetáceo. Se alimenta sobre todo de calamares y peces medianos. Estos animales son bastante grandes y de color gris oscuro casi negro.
Después de los calderones, el "Pirata" que así se llama nuestro barco, se da a la tarea de buscar cachalotes, pero esta vez no tenemos suerte y tenemos que regresar sin que aparezcan estos gigantes del mar. Si los hubiéramos visto, serían más grandes que el barco, miden unos 17 metros y se alimentan de calamares gigantes que, aquí en el Estrecho no están a tanta profundidad como en otros mares.
Nos hubiera encantado verlos porque los cachalotes nos parecen animales fascinantes. Pueden bajar a más de 1.000 metros de profundidad para buscar presas en la absoluta oscuridad. Comen calamares gigantes y se supone que mantienen grandes luchas para capturarlos por las marcas y cicatrices en su cuerpo. Este tipo de inmersiones tan profundas pueden llevarles entre una y dos horas, y por eso es más difícil verlos.
De vuelta a puerto, vemos una pequeña tortuga nadando en la superficie y algunos peces luna que se sumergen muy rápido. A pesar de la ausencia de los cachalotes, nos vamos con una buena sensación por haber tenido la oportunidad de observar a estos animales libres en la naturaleza.
En definitiva, una magnífica experiencia para niños y adultos que seguro que repetiremos en el futuro.